Si bien no está comprobado científicamente, se le han adjudicado a la cebolla poderes afrodisíacos desde tiempos muy antiguos. Por ejemplo, los egipcios prohibían que un sacerdote comiera cebollas, por sus propiedades de estimulación del libido.
Se hace mención de la cebolla también en “El jardín perfumado” (siglo XVI) en donde el jeque Nefzawi asegura que el miembro viril de Abou el Heiloukh permaneció erecto durante treinta días sin interrupción porque comió cebollas.
Ante estos detalles históricos, ahora se sabe que la cebolla se puede preparar de varias maneras para obtener un efecto afrodisíaco. La receta es bastante específica excepto por que omite los condimentos extras. Se recomienda freír la cebolla en aceite de oliva, junto con yemas de huevo y otros condimentos y comerlo por tres días el efecto es invariable.
La cebolla y el ajo contienen un aminoácido (CH2=CH-CH2-SO-CH2-CH=CH2) que se libera cuando son machacados gracias a la ayuda de una enzima, lo cual genera su olor característico. Este compuesto es lo que posiblemente tenga propiedades afrodisíacas, pero lo que si se ha comprobado es que funciona como antibiótico.
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