Son unos palitos del tamaño de un fósforo que liberan estrógeno y progesterona en el torrente sanguíneo y actúan de la misma forma que las pastillas anticonceptivas: inhiben la ovulación. Además, debilitan el moco del cuello del útero dificultando el ascenso de los espermatozoides que tratan de alcanzar el óvulo.
Hay que consultar al ginecólogo dónde es posible y seguro adquirirlos. La cobertura de este anticonceptivo por los sistemas de salud varía en cada país y es un dato que hay que averiguar. Más allá de que el costo del implante puede ser alto, hay que tener en cuenta que se están pagando alrededor de 4 años de anticoncepción.
Pero, ¿Cómo se colocan? Estos “palitos” deben insertarse debajo de la piel –por lo general se colocan en la cara interna del antebrazo- a través de una mini-cirugía con anestesia local que realiza el médico durante los primeros siete días del ciclo menstrual o mientras se toman anticonceptivos orales.
Como todos los métodos hormonales, su efectividad es alta y alcanza el 99%. Y si quiero quedar embarazada, ¿cómo hago? El implante se retira mediante otra pequeña cirugía en el momento en el que la mujer lo decide –ya sea que haya vencido o no-. Puede reemplazarlo por otro para continuar la contracepción o no hacerlo para buscar un embarazo.
Y ¿cuáles son las ventajas y las desventajas de usar este método?
A diferencia de las pastillas, no se corre el riesgo de olvidarse de tomarlas ya que es intradérmico. Como su efectividad dura unos cuatro años, es un período muy largo de tiempo en el cual la mujer puede dejar de preocuparse por un embarazo no deseado. Además, los implantes permiten tener menstruaciones menos dolorosas y menos abundantes, con menor riesgo de anemia.
Otra desventaja es que, si bien la mayoría de las mujeres no percibe el implante, puede suceder que sí se lo sienta y que cueste acostumbrarse a tenerlo dentro del cuerpo. También puede aparecer acné, aumento del vello corporal o la caída del cabello, dolores de cabeza y aumento de peso.
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