Es habitual que un matrimonio con años de casados se caiga en la costumbre y dejen de seducirse. Esa actitud los llevará irremediablemente al fracaso, porque tarde o temprano uno de los dos se sentirá incómodo. Y es que la rutina es una de las dificultades más duras que debe sobrellevar una pareja, pero lo cierto es que una vez que se convive irremediablemente se cae en ella.
Y esta situación nos lleva a un problma mucho más grave . Son altas las estadísticas que indican que la convivencia sumado a una rutina puede enfriar el deseo sexual: se puede seguir amando a la persona pero no verla ya como objeto de deseo. Esto es terrible porque las parejas mantienen relaciones sexuales sólo para cumplir con sus deberes maritales, pero no las desean ni las disfrutan.
Pero no es una ley, y hay parejas que, sorteando las distintas crisis, han sabido mantener a flote su intimidad y siguen gozando a través de los años. Hay que tener en cuenta que la vida conyugal nos dan ciertas normas de vida que nos lleva a la estabilidad. La cuestión está en que ello no recaiga sobre temas puntuales e importantes como el sexo, la comunicación y el amor. La pareja debe de tener la suficiente habilidad de mantener un equilibrio entre la rutina y la constante innovación.
¿Cómo hacerlo? Hay que ser originales, detallistas y demostrarle a diario con gestos y palabras cuánto se lo quiere. Y si a esto sumamos dar rienda suelta al deseo y la pasión dentro y fuera de las sábanas y compartir momentos de ocio y esparcimiento, hacer planes y realizarlos… la rutina queda de lado!
Es bueno que se haga estas preguntas : ¿Qué podría hacer yo para sacar de la rutina a nuestro matrimonio? ¿Qué detalle le hará la vida más agradable a mi cónyuge? En definitiva la combinación de amor e imaginación es la fórmula magistral que vence a la rutina y mantiene la relación siempre a flote.
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